Sin embargo me considero asocial.
Nunca fui realmente social... desde la infancia nunca me gustaron las fiestas infantiles ni anduve en "pandilla" (o como se llame a un grupo de amigos)... aunque jugaba como cualquier niño, conforme fui adquiriendo gustos diferentes cada vez me fue menos natural:
- primero le gustaron más los juegos de mesa que los deportes organizados, especialmente el futbol.
- el futbol se me hizo aburridísimo, prefería ver fórmula uno o basquetbol de la NBA.
- nunca fui "vaguito" en las "maquinitas". No tuve atari ni nintendo y por falta de practica era realmente malo jugandolos.
- en los ochentas me gustaba la música en inglés mucho más que la que estaba en español... en especial las cosas de mujeres ardidas como Lupita D'Alessio, Amanda Miguel y similares.
- en los noventas (y hasta la actualidad) me empezó a gustar la música new age, de la cual sólo conozco a una persona que le guste (y me cae muy mal).
- nunca me aficioné por el tabaco (¡puaj!) ni el alcohol, en especial la cerveza, que me parece realmente desagradable.
- me gusta mucho leer, lo cual ya es atípico, pero...
- en cuanto a literatura me gusta básicamente la ciencia ficción y algo de fantasía... lo cual es considerado poco serio y evasivo.
- tampoco me gusta la carne y casi no la como... no me considero vegetariano, sino mas bien melindroso.
- nunca pude tener fé. Las iglesias me parecían lugares represivos. La Iglesia me parecía un ente enfermo y manipulador.
- finalmente llegué a considerarme agnóstico, por tanto no solo no soy católico sino que tampoco comparto la fé en la guadalupana.
- políticamente nunca he sido parte de ninguna organización, pero siempre he tendido a izquierdas... lo cual equivalía a ser la mancha en cualquier lado... antes practicamente sin representación actualmente equivale a ser tomado por argüendero y revoltoso.
- ahora soy, digamos, de centro-izquierda, pero no me identifico con la izquierda mexicana.
No me interesa la salud de mis vecinos o de sus familias. No me interesa como estan, ni sus cumpleaños, sus trabajos ni sus aficiones. No me interesa convivir más de lo indispensable con mis compañeros o excompañeros de trabajo o de estudios.
No les deseo ningún mal. No los odio. La mayoría me son llanamente indiferentes, aunque hay quien me cae mal y también quien me cae bien. Pero el problema es el convivir. No se me da natural.
Para mi requiere un esfuerzo consciente el preguntarles cualquier información personal, tratar de interesarme y tratar de recordarla. Y sinceramente considero que la mayoría de las veces no vale la pena ese esfuerzo.
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