Cuando era chavo, me gustaba tronar cohetes en diciembre.
Que yo sepa siempre estuvo prohibido, pero autoridad hacía como que no se enteraba. Con la espantosa quemazón del mercado Hidalgo el 31 de diciembre de 2002, donde hubo muchos muertos, la cosa cambió. Y para bien, digo yo. Porque cuando uno es chavo, no mide el peligro, pero vistos los hechos, resulta una actividad bien peligrosa.
Este año no había visibles puestos de venta de cohetes en el centro. Lo que es mejor: el 24 por la noche, practicamente no se escucharon. Yo no estuve en la ciudad el 31, pero parece que tampoco.
Lo lamentable del asunto es que parece que se ha incrementado la cantidad de estúpidos que sueltan balazos al aire...
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3 comentarios:
Efectivamente, han aumentado los balazos. A mí me tocó uno calibre .32, que pegó de rebote en la corniza de la azotea y cayó en el vaso donde reposaba tranquilamente mi tequila...
Orale... que mal.
Espero que no haya pasado del susto.
Pero esas cosas dan coraje... Pinche gente irresponsable que no se da cuenta las desgracias que puede causar.
Pues si en la ciudad hay balazos, imaginen en mi pueblo. La verdad es que a mi me da miedo.
Aunque la verdad, la unica vez que pasó algo a un familiar fue el año pasado que mi papá aventó un cohete dreo que busca pie y fue a dar a la barriga de mi hermana, le quemó un poco la panza y la hizo llorar
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